Siempre hay una primera vez

Siempre hay una primera vez.

Siempre hay una primera vez. La primera vez que vas a la escuela, con esa ilusión que se llevará la lluvia; la primera vez que te pones al volante de un coche, y llevas tu entusiasmo hasta el primer atasco, o la primera vez que convences, contra todo pronóstico, a una dama para que comparta una velada contigo, con un resultado que puede oscilar desde lo sublime a lo chanante. Imagino que el amable lector no tiene demasiado interés en mis días  de escuela ni mis peripecias al volante, así que me centraré en...