Abierta al placer
Su sola mirada me proporciona los mejores orgasmos de mi vida. Pasión, lujuria, placer y ternura.
Cuando tenía ocho años mi madre me regaló un cubito que contenía una pasta fucsia gelatinosa que hacia ruidos extraños cada vez que metías los dedos en ella. Una tarde jugando a pasarnos la viscosa masa cual pelota de goma, mi hermana me la tiró tan fuerte que se quedó colgando del techo. Después de una hora intentado bajarla de ahí al final conseguimos cogerla pero aquella cosa del demonio dejó una enorme y horrenda mancha rosa en el techo blanco impoluto de mi cuarto. Mi madre, por supuesto, poco tardó en...