Eugenia
Una desconocida calmó su calentura.
A pesar de la excelente posición económica que ha forjado Federico para nuestro matrimonio, tengo que confesar que desde hace dos años soy una prostituta. No lo hago por dinero, sólo busco el placer sexual que mi marido me niega.
Tenía 25 años de edad y 5 de matrimonio cuando se desencadenó todo; mi vida era bastante relajada ya que Federico satisfacía hasta mis más mínimos caprichos. Hasta esa fecha pude soportar el abandono de mi marido. Para él, lo principal era su trabajo y a pesar de mi esp...