Capítulo 4: Piel y pecado

Eras implacable con tus complacencias, me desvestías arrojándome al suelo, mientras que los fantasmas de aquellos momentos estériles temblaban de tanto goce.

Capítulo 4: Piel y Pecado

Me encantaba saber a qué sabias, me encantaba olerte en lo oscuro, imaginarte en el tacto, me encantaba cuando inventábamos juntos rituales, lentos, exasperantes, minucioso. Aprendí una lengua sin origen desconocido, rudo y dulce, en la que el pudor más profundo era la obscenidad más pura.

Concluíamos un pacto donde los nervios morían y donde ningún ojo ennoblecía nuestro refugio, mientras me descubría empapada en su ritmo.

Eras implacable con tus complacencia...

La manzana del paraíso

Pero sin dudas, el premio que más disfruto, es su cuerpo desnudo gimiendo bajo el mío.

Capítulo 3: La manzana del paraíso

Intimas memorias.

Porque a mí, llegaste silencioso con  la ardiente exaltación de mi elocuencia, y de inmediato conquistaste  en una amable delincuencia  una pasión pecaminosa.

Escuchaba el rose constante de su ramaje sediento, y aquel sollozo continuo que de su copa oscilante removía cada pedazo de mí.

Yo lo abrí al descuido, y supe sonriendo de tu dulce secreto que al instante guarde con cautela, distraída y loca sentí la atracción estelar de...

Nun, mi alguien prohibido

El, prohibido. Yo, Una chica ordinaria. El era mi episodio favorito para levantarme a las 3:00 Am y querer hacer el amor, querer llenarme de su libidinoso deseo de placer.

Capítulo 1: Nun

Conozcan a Nun.

Sonrisa sagaz y retorcida, personalidad abierta, un poco estricto. Si, equilibrado, pero mejor hombre de lo que cree. Pero sus ojo cafés, eran lo mejor de él.

Personalmente el café no es de mi agrado, pero el de sus ojos lo probaría y lo tomaría a diario, son tan bellos y apasionados, que hasta mi color favorito (negro) también lo cambiaría por ese hermoso color, sin colocar ninguna resistencia. Esa mirada que me descubría, me derretía en su pasión de de...

Capítulo 2: una tarde loca

Era suya, me poseía… un solo átomo no había en mi ser que no le perteneciera a su placer.

Capítulo 2: una tarde loca

03:40 Pm.

Llovía, no había energía, todo era perfecto, era el momento.

Entré a su cuarto y me encontré con el lenguaje mudo de sus ojos, que mirándome hablaban, la atrevida delicadeza y rudeza de sus manos, emprendían el viaje hacia otro cielo (mi cuerpo). El desdeñoso arrastre de sus olas sobre mi ardiente carne.

La castidad celeste de los besos, era la caricia que circundaba mi alma, con prisa de querer sentirlo. Entramos a la hora fugitiva, en que su...