La cita perfecta
Luego de una semana de arduo trabajo es momento de relajarse y liberar la tensión del cuerpo.
Ya habíamos preparado todo para la gran tarde. Pasé por algo de dinero al cajero, llegué a casa ansioso por disfrutar de aquel acontecimiento, comencé por echar a la mochila lo que ella quería, un par de zapatillas negras de tacón alto que recién había comprado, un dildo rosa de unos 25cm, otro más de menor tamaño, pero de vibración, algunos condones y unas tangas que ella había olvidado hace ya tiempo.
Pasé por ella en el carro dispuestos a ir a toda prisa a un motel que nos brindara la tranquilidad...