Pringao III
Veo mi ropa del sábado desparramada por el comedor, pero hay algo que no es mío. Unos calzoncillos de marca. Los cojo y, sin saber muy bien porqué, me los acerco a la cara y los huelo. Empiezo a recordar la noche del sábado.
Joder, llego tarde al curro, me van a matar. Seguro que el pringao ya está esperándome. Entro corriendo en comisaría, y una sensación extraña me envuelve. Como en esas pesadillas en que vas a hacer un examen y cuando llegas a clase te das cuenta que vas sin pantalones. Empiezo a escuchar risitas a mi alrededor. Hay mucha gente en la comisaría, parece que hoy nadie quiere trabajar...
—¡Ya era hora, oficial Ramírez!— me grita el subinspector Sanchez —Que pasa, ¿se te han pegado las sabanas, o es que ten...