Encuentro en la pensión

En una pequeña pensión de un remoto pueblecito, Rania se encuentra, al salir del baño, con una inesperada y agradable sorpresa. Y no deja de aprovechar la ocasión.

Encuentro en la pensión

De vuelta en su cuarto de la humilde pensión, Rania se quitó la chaqueta y las botas, se sacó el suéter y colgó las prendas en las perchas metálicas del pequeño armario. Se sentó en la cama y se sacó los pantalones, que dejó bien doblados sobre el respaldo de la única silla de la espartana habitación.

Soltó el cierre posterior de su sujetador de talla 100D y lo dejó sobre la cama. Los turgentes pechos saltaron por un segundo al ser liberados de su sujeción. Amplias...

Un día con Margarita (final)

El agetreado día de Margarita por fin llega a su conclusión, con más sexo y mamadas de por medio, por supuesto.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo X: Impúdicos transportes públicos

Margarita decidió coger el metro de vuelta a casa. En esa parte de la ciudad tenía que coger la línea 9 para volver a su barrio. La línea 9 era conocida por muchos urbanitas como la línea caliente. En los dos últimos vagones se subían aquellos que buscaban la satisfacción fugaz y anónima de sus fantasías sexuales. Un sobeteo rápido con un desconocido, agarrar un pecho o una entrepierna, meterse la mano en el bolsillo y masturba...

Un día con Margarita (7, 8 y 9)

Margarita continúa con sus aventuras mamatrices por toda la ciudad.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo VII: Las ventajas de saber chuparla

El taxi paró en seco junto a la acera con un frenazo que dejo oscuras marcas en el asfalto de la calle. Los ojos del taxista casi se salieron de sus órbitas de tanto mirar a la desnuda y bella joven que reclamaba sus servicios.

"Buenas tardes" dijo la joven entrando en el taxi.

"Bu…, buenas tardes" balbució el taxista. "¿Dónde la llevo?" preguntó, a la vez que ajustaba el espejo retrovisor para obtener una mejor v...

Un día con Margarita (4, 5, y 6)

Margarita pasa un buen rato en el sex-shop del barrio.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo IV: El Sex-Shop del barrio

En unos diez minutos, Margarita Mamas llegó al sex-shop de Esmeralda Biencogida. Las letras luminosas encima de la puerta anunciaban la existencia en el interior de cabinas de visionado privadas, donde los clientes podían disfrutar en la intimidad de un amplio surtido de películas porno de todos los géneros. Sobre el cristal del escaparate, en la parte interna, había pegado un cartel que en gruesas letras negra decía escuetamente: SE...

Un día con Margarita (3: En el nombre del rabo)

Dos predicadores tocan a la puerta de Margarita. Los dos jóvenes se llevan toda una sorpresa.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo III: En el nombre del rabo

"Ya abro yo" dijo Margarita Mamas.

Sin abrocharse la blusa, abrió la puerta del piso, encontrándose con dos paliduchos y flacos individuos. Vestían pantalones negros, corbata negra y camisa blanca, con una pegatina en el bolsillo de la misma que identificaba el nombre de cada uno de ellos. El más alto portaba una ajada cartera al hombro, mientras que el otro sostenía en las manos lo que parecía un puñado de folletos y un par de...

Un día con Margarita (2: Hogar dulce hogar)

Margarita vuelve a casa y se encuentra a su madre con la boca llena.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo II: Hogar dulce hogar

Cuando llegó a casa, Margarita Mamas encontró a su madre, que también se llamaba Margarita, en la cocina de rodillas, completamente desnuda, chupándole la polla a su casero, Leonardo Vergajo.

"Hola Mamá" dijo Margarita con alegría.

"Hola cariño" respondió Mamá Margarita, sacándose la polla de la boca por un momento, lo que hizo que un reguero de saliva se le saliese por la comisura de la boca y cayese sobre sus orondos pechos de...

Un día con Margarita (1: Mamadas en el lavabo)

Margarita Mamas disfruta de su mayor afición a la vez que cumple con sus deberes de felatriz. Su amiga Carmina está totalmente de acuerdo con ella.

UN DÍA CON MARGARITA

Capítulo I: Mamadas en el lavabo

Margarita Mamas entró con cautela en el lavabo de los chicos. Antes de abrir la puerta, miró a un lado y otro del pasillo, para asegurarse que ninguno de los profesores del instituto la pillaba en su intromisión en terreno prohibido. Hoy era su turno. Lo había echado a suertes con sus compañeras de clase de último curso de bachillerato y le había tocado a ella.

El lavabo estaba vacío. Los muchachos sabían que era la hora señalada,...