La joven de la escalera
El hombre abrió la puerta y la vio, de puntillas sobre los minúsculos pies blancos, tratando de cubrirse con las manos el pubis y los pechos, en los ojos una expresión azorada. Hola. - dijo él recostándose en el marco. - ¿puedo ayudarte en algo? Devuélvame la ropa, por favor.
- ¿sí?
- Estoy en la puerta.
- 4º C.
Subió por las escaleras hasta la cuarta planta, todo el edificio en sepulcral silencio. Encontró las cinco puertas cerradas y buscó la que correspondía al hombre, la letra C, desde la penumbra del pasillo lateral. Sabía que si cruzaba el pasillo probablemente él abriría la puerta y ya no tendría forma de escabullirse. Apagó el móvil antes de que él volviese a llamar y dejó que pasaran los minutos, agazapada en las escaleras, reprimiendo el aterrador impulso de llamar...