Me gustaría hablaros de Silvia
Había tardado seis meses en lograr que hablara conmigo, tres años en arrancarle un beso. Nadie la había visto jamás con un chico. Era imposible que besara a nadie que no fuera yo. Estaba aterrada. Desnuda. Indefensa. Y lubricada como una balsa de aceite.
Me gustaría hablaros de Silvia. De cómo durante tres años rompió mi vida en mil pedazos y de cómo yo, inconscientemente, destrocé la suya para siempre.
La conocí de refilón, de casualidad. Estuvo a mi lado toda una noche y yo casi ni le presté atención. Como ninguno de nosotros. Era discreta y tímida. Callada. Muy callada.
Durante un invierno, volvimos a ese bar todas las noches para verlas. Nos hicimos amigos de sus amigas. Ellas se ligaron a mis amigos. Era un grupo increíble: tres años...