La primera cita
Si me preguntaras qué posibilidades tiene una chica como yo de escuchar una proposición indecente de un hombre soltero de 39 años con una vida aparentemente sencilla, monótona y familiar, te diría que pocas. Pero no. Me equivocaría.
Era más de medianoche cuando salimos del restaurante. La velada se había demorado debido a que era nuestra primera cita, y aunque habíamos charlado muchas veces con anterioridad, parecía que aún quisiéramos saber más el uno del otro.
Nos conocimos mientras paseábamos a nuestros perros en un descampado que hay al lado de la finca donde vivo con mis padres. Él tiene una pastor alemán y yo un perrito más pequeño que se coló por la perra en seguida. Tiene 39 años. Soltero. Vive solo. Y su madre coci...