Perdónanos mamá (I)

Dos avispados jóvenes aprovechan que su madre duerme por efecto de los somníferos para sobarla y masturbarse. Pero luego es ella la que se resarce de su hambre de sexo con sus dos jóvenes pollas.

Voy a relatar la historia que me sucedió hace 5 años.

Me llamo Alberto y por aquel entonces tenía 18 años, vivía junto a mi madre, Ana, que ya hacía 7 años que se encontraba separada, y mi hermano Luis, que contaba con 19 años.

Mi madre era morena, en aquellas fechas su edad era 40 años, y de estatura normal, su cuerpo sin ser de una modelo, sí que era apetecible para cualquier hombre que tuviera ojos en la cara. Se trataba de la típica ama de casa y no le gustaba mucho salir de casa.

Yo n...

Perdónanos mamá (II)

Los hijos, que habían conseguido echar un polvo fabuloso con la madre, se siguen preocupando de su vida sexual. Traman un plan para continuar su relación incestuosa incorporando al grupo a un buen amigo.

Soy Alberto y voy a continuar mi historia donde la dejé. Una vez que mi hermano Luis y yo terminamos de hacer el amor a mi madre, y tras un largo periodo de tiempo que aprovechó para recuperarse del inmenso placer que sus hijos le habían proporcionado, mi madre pareció turbarse y se miró, como si hasta ese momento no se hubiese percatado de que se encontraba desnuda y chorreando semen delante de sus hijos.

Tras un breve espacio de tiempo, tras el cual sus mejillas se tornaron sonrojadas, agarró su rop...

Perdónanos mamá (III)

El plan de los muchachos resulta a las mil maravillas y tienen ocasión de ver a sus madres enlazadas en un tórrido abrazo lésbico que disparará la señal para comenzar a follar a ambas sin tregua hasta descargarse varias veces en ellas dejándolas agotadas por los orgasmos.

Terminé la segunda parte de mi relato, cuando me encontraba abrazado al cuerpo chorreante de semen de mi madre, que aún se encontraba encima de Juan.

Éste último, parecía encontrarse en el paraíso, y no tenía fuerzas para articular palabra, solamente se limitaba a mirar al rostro de mi madre, y cuando parecía que lo hacía para evitar que alguna gota del semen de mi hermano, que todavía cubría su boca y cara, resbalase sobre él, sonrió y acercó sus labios a los de la mujer que tanto placer le había pro...