Mi posesión más preciada (5)

Un nuevo personaje entra en escena.

MI POSESIÓN MÁS PRECIADA (V)

Joder con el gordito.

Si es que no le quita ojo a mi juguetito.

El gordito en cuestión es un becario que hemos cogido este verano. Bajo, regordete, con principio de alopecia a sus veintipocos… ¿su nombre? Ni lo sé ni me interesa. Lleva aquí mes y pico y estoy seguro de que cada noche se mata a pajas con mi juguetito. Quién sabe si habrá conseguido entrever su coñito o sus pezones en algún momento. Tampoco me extrañarían, de tanto mirar tiene que salir algo...

Mi posesión más preciada (4)

Algo que parece el final pero que sólo es el principio.

MI POSESIÓN MÁS PRECIADA (IV)

La oficina estaba vacía.

El último de los empleados acababa de salir hace una media hora. La mujer de la limpieza no vendría hoy.

Sólo quedábamos ella y yo. Así lo había planeado.

Ella, mi juguetito, se afanaba en su ordenador. Teníamos un trabajo que terminar. Como aquella primera vez ¿recuerdas? Ella sí. Lo sé porque la veo nerviosa a través de las persianas entornadas de mi despacho. No la he dirigido la palabra en toda la tarde. Aposta, por supue...

Mi posesión más preciada (3)

Mi juguetito va de compras.

MI POSESIÓN MÁS PRECIADA (III)

La jornada se me ha hecho eterna. He podido ver, incluso estrujar, sus nalguitas el par de veces que hemos coincidido en la fotocopiadora. Pero nada más.

Eso sí, la he estado mirando a través de la puerta abierta de mi despacho. Me gusta. Me gusta su cuerpo joven, sus pequeños pechos. Pero, por encima de todo, me gusta que sea mía, que se entregue de esa forma tan especial.

Ahora que lo pienso, tengo que darle un nombre: No quiero llamarla puta, ni zorra...

Mi posesión más preciada (2)

Sigue la historia con mi pequeña chica de prácticas.

MI POSESIÓN MÁS PRECIADA (II)

"Ven aquí"

Cada vez las vacilaciones eran menores. Cada vez atendía más rápido a mis órdenes. Y sólo era el principio.

Poco a poco fue dándose la vuelta.

"¿Alguien te ha dicho que sueltes la camisa?"

Y así, poco a poco, con cuidado de no tropezar, colorada y con la mirada baja, con sus pantalones en los tobillos y las bragas a la altura de las rodillas, vino hacia mí. Su coño era tal y como había imaginado. Poco pelo, castaño, joven, te...

Mi posesión más preciada

Mi joven chica de prácticas necesita a alguien que ponga su culito rojo como un tomate. Sólo que ella aún no lo sabe ¿o sí?

MI POSESIÓN MÁS PRECIADA

Si estás leyendo estas líneas es que ya es mía.

Y cuando digo mía, quiero decir exactamente eso: mía. En todos los sentidos. Quiero decir que su cuerpo y, lo que es más importante, su voluntad, me pertenecen. Totalmente.

Pero no adelantemos acontecimientos.

Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, la estoy contemplando en una esquina de mi despacho, cara a la pared. Sus manos sujetan los faldones de su camisa blanca dejando a la vista su culito blanco...