Sueños Rotos II: Un beso

Liam se retorcía debajo de él. Sentía su lengua ansiosa recorrer su cuello lamiendo, besando, marcando.

Liam se retorcía debajo de él. Sentía su lengua ansiosa recorrer su cuello lamiendo, besando, marcando. Se mordía el labio inferior con fuerza, pero intentar no gemir era como intentar nadar contra la corriente, ¿y quién querría nadar contra semejante río de placer? De modo que, en lugar de luchar, se dejaba llevar, abriendo la boca y permitiendo que su cuerpo respondiera a aquellos deliciosos estímulos con toda clase de sonidos indecibles.

Aferrarse a su suave cabello era lo único que Liam podía hace...

Sueños Rotos I: Una sonrisa

Chris se dio vuelta y dejó caer la toalla, obligando a Liam a reprimir un gemido. Tenía un culo espectacular, redondo, firme, unas nalgas que exigían ser mordidas.

De pie delante del edificio, Liam se preguntaba qué demonios estaba haciendo allí. Gente de su misma edad entraba y salía. La mayoría iban en pequeños grupos de dos o tres, riendo y comenzando a conocer a quienes serían sus compañeros por el resto del cuatrimestre.

Liam suspiró, tomó su maleta y comenzó su nueva vida.

Le habían asignado la Residencia Pound, cuarto 34. Luego de dar unas cuantas vueltas por el lugar, sintiéndose un idiota, logró dar con la puerta correcta en el tercer piso. Tuvo q...

Diario de un embaucador (Parte V)

La mañana siguiente me desperté con una extraña y húmeda sensación. Tenía la polla completamente parada. Un rostro con grandes ojos negros, una mirada hambrienta y una lengua inquieta la recorrían y me observaban.

Las semanas avanzaban sin ningún evento que resaltar. Las vacaciones acababan de empezar, pero ya me sentía ahogado entre tanto tiempo libre. Prefería la aburrida rutina de la universidad. Me divertía encontrar diferentes maneras de romperla y alterarla. Me sentía más en control: yo dominaba lo que hacía en mi tiempo, no la rutina.

En cambio la monotonía de los días libres se hacía insoportable. No había nada que cambiar, nada que controlar, porque no había nada que hacer. La ciudad misma se sentía co...

Diario de un embaucador (Franco)

Coloqué mis manos bajo sus piernas y, en susurros, le indiqué que rodeara mi cuello con sus brazos. Sus ojos se iluminaron al comprender lo que pretendía y obedeció rápidamente.

Abandoné su departamento sintiendo un enorme nudo en el estómago. Nico me esperaba en su auto. No sentía demasiadas ganas de escuchar lo que seguramente tendría para decir. La cabeza me daba vueltas, sentía como si fuera a desplomarme en cualquier momento.

"¿Listo?" preguntó en cuanto estuve dentro del vehículo. Conocía a Nico desde hacía años. Nunca lo había visto tan furioso.

Asentí brevemente, preguntándome si me veía tan mal como me sentía. Anduvimos un buen rato sin que ninguno de los dos d...

Diario de un embaucador (Parte IV)

"A partir de ahora, cada vez que mi polla pida atención, te quiero de rodillas delante mío. Cada vez que sienta la necesidad de abrir un culito prieto, te quiero abierto frente a mí. Donde sea, cuando sea."

Desperté lentamente, sin demasiada voluntad de volver al mundo real. Había sucedido tanto en un solo fin de semana; me sentía exhausto a pesar de haber dormido... ¿cuánto? Busqué mi móvil en la mesita de noche, pero se había quedado sin batería. Intenté hacer memoria de la noche anterior. "Franco", pensé y enseguida noté que estaba solo en la cama.

Me puse de pie con un esfuerzo monumental y me dirigí a la ducha. Tampoco en el baño había rastro de Franco, pero el suelo estaba mojado, al menos sabía qu...

Diario de un embaucador (Parte III)

Era una de las situaciones más excitantes en las que me había encontrado jamás. Mientras el padre hablaba, yo me devoraba la polla de su hijo bajo su misma mesa.

Franco no pasaría a buscarme hasta dentro de unas horas. Tiempo más que suficiente para salir y caminar un rato con alguien que hacía mucho tiempo no veía.

"¿Sabes que te va a terminar por descubrir, verdad? Y no va a ser bonito", decía Gonza a mi lado mientras caminábamos por las desiertas y calurosas calles del centro.

"No tengo idea de lo que estás hablando", dije con una sonrisa irónica.

"Alex, sabes perfectamente de lo que estoy hablando."

"Quizás, pero eso no implica que me de...

Mi hermano mayor y yo

"Eres mío, hermanito, voy a marcarte y vas a acordarte de quién es tu dueño, ¿está bien?"

Diario de un embaucador: David

Disclaimer: Antes de comenzar quiero aclarar que ésto es parte de una serie que estoy desarrollando actualmente. Si la historia no te interesa y solo quieres acción, puedes bajar con el mouse, he marcado el lugar donde empieza lo bueno.


Hacía calor y el día pasaba demasiado lento. Era uno de esos típicos sábados de verano en los que no hay nada mejor que hacer más que tirarse en la cama y mirar el techo sin moverse, intentando pasar desaperc...

Diario de un embaucador (Parte II)

Nos subimos a su vieja camioneta y casi al instante sentí su mano enredándose en mi cabello y empujándome hacia él. De repente nos encontrábamos entrelazados en un caliente beso, su lengua entrando a la mía sin pedir permiso ni perdón. Sus besos siempre eran posesivos, dominantes...

"Alex, ¿nos vamos?"

"Si, vamos. Estoy listo", dije tomando el bolso que siempre tenía preparado junto a la puerta.

Nos subimos a su vieja camioneta y casi al instante sentí su mano enredándose en mi cabello y empujándome hacia él. De repente nos encontrábamos entrelazados en un caliente beso, su lengua entrando a la mía sin pedir permiso ni perdón. Sus besos siempre eran posesivos, dominantes, pero hoy parecía especialmente enérgico. Recorría el interior de mi boca, como intentando cubrir cada r...

Diario de un embaucador (Parte I)

El sudor cubría mi cuerpo mientras me dejaba caer a su lado. Mi pecho subía y bajaba con una exquisita mezcla de cansancio y éxtasis. Una sonrisa ladeada se dibujaba en mi rostro mientras lo oía, también agitado, a mi lado. "Finalmente lo logré", pensé para mis adentros.

El sudor cubría mi cuerpo mientras me dejaba caer a su lado. Mi pecho subía y bajaba con una exquisita mezcla de cansancio y éxtasis. Una sonrisa ladeada se dibujaba en mi rostro mientras lo oía, también agitado, a mi lado. "Finalmente lo logré", pensé para mis adentros.

Lo cierto es que esta vez me había costado un esfuerzo considerable llevarme a la escultura que ahora tenía al lado a la cama. Normalmente no solía tardarme más de una semana en conquistar a mi objetivo. No es que me estuviera quejand...