Amor a la perestroika

Una ves que estuvieron en su recamara, Sergei no paro de besarla en sus labios rozas, Sasha tenía los labios más carnosos que Sergei Ivanovich haya besado jamás, empezó a tocarle su suave cola que con el vestido la mostraban como una llanura lisa, redondeada y bien formada, siendo que cualquiera miraría su culo y lo apretaría con sus propias manos, siempre y cuando se preste la magnifica ocasión de hacerlo.

Amor a la Perestroika.

Una mañana soleada de la impresionante Moscú, no se ve todos los días, quiero decir que para que el lector tenga una dimensión del inhóspito paisaje de algunas zonas del mundo, que están realmente desconectadas de toda agradable vía o camino de bien que todo hombre desea, el autor debe pensar en lugares extraños, que invitan a personajes hostiles y llenos de demagogia. En fin, de una aproximación agradable a los ojos, a los instintos más bajos que todo ser humano pued...