La jugadora de cartas
Lo que comenzó como un juego de cartas acabó como otro juego más divertido.
No sé de donde saco esas ansias por jugar a la brisca. Supongo que de alguno de esos puercos programas que veía en la televisión. El caso es que para cuando la conocí ya estaba totalmente enganchada. Fue mi hermana quien me la presentó. Era la madre de una de sus amigas, nada especial. En cuanto supo que yo sabía jugar se puso como loca y quería que quedáramos todas las tardes para jugar. Me quedé a jugar un rato, aquella tarde, a desgana. No lo hacía especialmente bien tampoco. Cuando me disponía a m...