Una playa lejana
El más bajo de los tres se adelantó, la agarró por la cabeza y metió su pene en su boca, obligándola con ambas manos a mamar. Ella notó como aquel enorme falo crecía en su cavidad bucal ahogándola, produciéndole grandes arcadas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que hicieron que el rímel se corriese embadurnado su rostro. Se sintió impotente, avergonzada mientras chupaba aquel enorme pene que llenaba completamente su boca.
Septiembre había irrumpido casi de repente. Surgió, señorial y decadente, tras los últimos días de un agosto frivolón y pedante que murieron sin indulgencia. La climatología por aquellos días era razonablemente buena. Un sol tibio de final de verano jugaba a esconderse tras los algodonosos cúmulos de sinuosas líneas.
Desde unos días antes se había quedado sola lo que propiciaba la posibilidad de cumplir alguna de sus fantasías aunque fuera de forma tan efímera como una mañana de playa o los paseos ent...