Carla
En una lluviosa tarde otoñal será consumado el más íntimo sueño.
Estaba sentada en la cama, mirándome al espejo. Llovía a cántaros. Nada para hacer, a las dos de la tarde. Miraba mis piernas, morenas y suaves. Me acerqué al espejo, sonriendo con malicia, giré, flexionando apenas para observar el reflejo de mi espalda, cubierta con una pequeña remera que, por delante, me llegaba al ombligo; descendí la vista observando el contorno de mi cola, redonda y elástica, cuyo comienzo dejaba adivinar la mini minifalda que vestía. Pensaba, soñaba tal vez, con él. "Él" un veci...