El principio (II)
Continuación de este relato que cuenta los comienzos de un sumiso.
Por supuesto que acepté, aquella experiencia me había excitado más que cualquier otra que hubiese probado.
En cuanto di mi aprobación sonrió, puso una inmensa cara de felicidad, serás mi perrito lamedor. Se vistió y se fue, dejándome allí atado. Debió ir al coche a por algo ya que al rato volvió con una mochila. Entró y sin tan siquiera mirarme se metió en el lavabo.
El sueño me iba pudiendo a pesar de la postura, así que cuando me abofeteó me pilló completamente desprevenido. Al mirarla vi...