El profesor
¿Quería ir? Definitivamente sí. Aquello le producía un cierto morbo desconcertante. Un desconocido que se acerca sin ton ni son y después desaparece, un club "secreto" de sexo, el tal Hugo... Negar que aquello le excitaba era mentirse a sí misma.¡A la mierda! Que pasase lo que tuviese que pasar.
Después de casi tres semanas de mal tiempo en el que el sol no se había pasado ni siquiera para saludar, al fin podías darte el capricho de llevar la chaqueta bajo el brazo recorriendo las múltiples y abarrotadas calles de la ciudad. Puestos, mercadillos en plena calle, terrazas abarrotadas de cervezas, heladerías haciendo las ventas de su vida... Madrid siempre acogía con gusto las pequeñas señales que dejaban entrever que estaba cerca el verano.
Alberto, que lejos de celebrar su cumpleaños saliendo...