El coño de V.

Nos conocemos desde hace treinta años, pero cuando nos vemos por la calle apenas nos saludamos. Hasta un día en el supermercado...

—Tienes ticket del parking —oigo que pregunta la cajera.

—Que va —contesta Victoria—, me he venido sin coche y ahora no sé dónde voy a meter todo esto.

—Si te esperas a que pague, te lo llevo —intervengo yo desde detrás de la cola.

Victoria se vuelve y busca con la mirada. Al verme se le iluminan los ojos, sonríe y hace un gesto con la cabeza, asintiendo.

Cinco minutos después —nuestras compras en mi maletero, ella a mi lado— voy siguiendo las instrucciones que me da para lle...

El aroma

La vi y me gustó como olía. Se lo dije...

-Me gusta como hueles.

Me miró extrañada, de arriba abajo. Era normal porque no nos conocíamos y, sobre todo, porque después de una jornada laboral completa lo menos que podía esperar es que un hombre le dijera eso. Pero era cierto: me gustaba como olía.

El ascensor estaba lleno. Se celebraba un congreso en la ciudad y buena parte de los que íbamos dentro había llegado para participar en el congreso y volvíamos a nuestras habitaciones del hotel después de pasar todo el día de ponencia en ponenci...

El aroma

Me gustaba su olor. Se lo dije

-Me gusta como hueles.

Me miró extrañada, de arriba abajo. Era normal porque no nos conocíamos y, sobre todo, porque después de una jornada laboral completa lo menos que podía esperar es que un hombre le dijera eso. Pero era cierto: me gustaba como olía.

El ascensor estaba lleno. Se celebraba un congreso en la ciudad y buena parte de los que íbamos dentro había llegado para participar en el congreso y volvíamos a nuestras habitaciones del hotel después de pasar todo el día de ponencia en ponenci...

Soledad

En soledad.

Soledad

Oler su piel. Una piel. Cualquiera. La tuya desde luego. Pero no me engaño. No engaño a nadie. La de cualquiera. Oler el suave aroma almizclado. Tu sudor. El ácido olor ya no disimulado por perfumes de rosas. De dos días de trabajos forzados. O de niños al colegio y a casa, y otra vez al colegio y a la cama. Oler las blusas que estuvieron planchadas y suavizadas como en los anuncios, y ya no. Aunque también las cremas. Los regueros dejados por una gota en un cuello. O, verticales y direc...