Laetitia

Desde el primer día que la vi llegar a orientarse a mi lugar de trabajo, me atrajo muy fuertemente, el deseo fue casi inmediato.

Desde el primer día que la vi llegar a orientarse a mi lugar de trabajo, me atrajo muy fuertemente, el deseo fue casi inmediato. Liliana era una joven de 24 años, no especialmente bella, pero con unas curvas infartantes, un culo de ensueño, unos pechos no grandes pero que adivinaba apenas cabrían en mis manos, y un cabello negro largo y ligeramente rizado que caía libremente por sus sienes cubriendo sus hombros y el inicio de su espalda. Yo sabía que ella era un reto digno de aceptar, y la franca abul...