De compras
Atraen las miradas de todos aquellos con los que se cruzan, tipos que vuelven la cabeza a su paso y babean embobados mientras bizquean intentando ver más allá del inestable límite de las falditas...
Me encanta verlas pasear cogidas de la mano. Comienzo a mirarlas desde abajo, con esos taconazos imposibles que dejan enano a cualquier pobre tipo que se les acerque. Voy subiendo desde sus tobillos a unas pantorrillas musculosas que reflejan las muchas horas de gimnasio y que no tardan en dar paso a unos espléndidos muslos, torneados, morenos y brillantes… sus faldas, más micros que minis, apenas ocultan unos glúteos que se adivinan espectaculares bajo la fina telita.
Me entretengo largamente en el s...