El que prueba la polla ya no la suelta
No me engañé a mí mismo: me gustaban las tías, cada vez que salía por ahí todos esos pensamientos se esfumaban, pero en la intimidad de mi cuarto pronto, me empecé a masturbar más con relatos de gays que de heteros.
Hacía ya bastantes meses desde que terminó mi última relación, tantos como los que llevaba sin echar un buen polvo. Lo típico: trabajo, responsabilidades, y una urgencia cada vez que me acercaba a una posible candidata que no venía nada bien. Después de muchos intentos infructuosos, muchos vídeos de mamadas y muchos relatos eróticos, comencé a interesarme por los relatos de sexo gay o bisexual. Me gustaban especialmente aquellos en los que los heteros acababan seducidos por la situación y se comportaban com...