Escuela para señoritas 2

Otro capítulo de esta serie en el que Pilar, la protagonista, continúa ensanchand sus horizontes.

− Cuando te sientas con fuerzas, vístete, que nos vamos. Te hemos traído la ropa que tenías en la taquilla para que no tengas que pasearte desnuda por la escuela. − Dijo Julia.

− Vamos a comer algo, me muero de hambre. ¿Nos acompañas?

La verdad es que con tantas emociones ni me había dado cuenta del hambre que tenía, aunque me rugió el estómago al oír la palabra "comer".

− Ehhh... Sí, claro.

No me sentía capaz de articular muchas palabras seguidas. La cabeza me seguía dando vueltas,...

Escuela para señoritas. I

Viernes por la noche. Llevaba un tiempo a dos velas, y el cuerpo me pedía marcha. Quedé con unas amigas para irnos a ligar por ahí... Bares, más bares, discotecas, chicas, risas, alcohol, pero nada... El sábado me conecté a Internet. El inicio de una gran aventura llena de placer.

Sábado por la mañana. Menuda resaca. Al salir del trabajo el viernes por la tarde quedé con unas amigas para irnos a ligar por ahí. Bares, más bares, discotecas, muchas chicas, mucho alcohol, pero nada. Me lo pasé muy bien, eso sí, pero no conseguí liarme con nadie... Y no sería por falta de ganas. Llevaba un tiempo a dos velas, como se suele decir, y el cuerpo ya me pedía marcha.

Me di una buena ducha y compensé mi frustración con un fantástico desayuno. Después, ya más recuperada, me conecté a Inter...

La camarera (2)

Había perdido la esperanza de que me volvieran a llamar, cuando un día me llamó el jefe diciendo que dejara lo que tuviera que hacer porque tendría que ir esa misma tarde a aquella casa.

Gracias por vuestros comentarios. Eso me ha ayudado a escribir una continuación de mi anterior relato. Agradezco todo tipo de comentarios sobre qué os ha parecido, si os gusta el estilo, consejos, etc.

Ya había pasado casi un mes desde aquella fiesta y todavía no había recibido ninguna llamada de mi jefe pidiéndome que volviera a la casa. Durante todo este tiempo no había parado de recordar esa noche, y, cada vez que lo hacía, sentía que mi coño se humedecía. Volvía a repasar lentamente cada...

La camarera

Nunca pensé que un trabajo así pudiera ser tan placentero.

Cuando acepté ese puesto de camarera en la empresa de catering, sólo pensé que era una buena oportunidad para poder pagar mis estudios en la universidad. No estaba mal: trabajaba sólo los fines de semana, así que podía acudir a todas las clases y el sueldo me daba para comprar algunos caprichos.

La mayoría de las fiestas a las que iba eran comidas o cenas de negocios, en las que casi siempre había algún gordo baboso que se creía con el derecho, sólo porque estabas allí sirviendo copas, de tocart...