Una bien hecha
Pequeño relato de una gran mamada
Ya esperaba su visita, así que cuando el abrió la puerta se encontró con su cuerpo desnudo ante sus ojos, casi sin darle tiempo a cerrar la puerta le empujo contra la pared, le beso sin decir nada cogiéndole por detrás de la cabeza con una mano y con la otra agarrando la redondez de su culo contra él. El frio que traía de calle pronto se fundió con el calor de sus cuerpos, ella le empujo contra la cama con prisa, le quito la ropa y empezó a morderle la oreja, fue bajando por el cuello y más allá del obligo...