La sesión fotográfica
La cliente tenía una exigencia clara para la intensa sesión, el fotografo solo podría mirarla mientras ella se dejaba llevar.
Era una petición extraña. Pero no tan inusual como para rechazarla, puesto que me había dado a conocer como un fotógrafo liberal, admitiendo realizar trabajos de todas las fantasías.
Me pagó por adelantado y reservé toda una tarde de mi estudio para ella. Llegó vestida con un traje pardo y recatado; el cabello ligeramente ondulado y castaño reprimido en una corta trenza.
El atrezzo era sencillo, un fondo neutro y un cómodo sillón de cuero. Había sido muy explicita en su encargo, ella se dej...