El comienzo
Pese a que la fantasía de tener a mi hijo en la cama había tenido un claro contenido erótico, en aquel primer momento no me sentí excitada sexualmente. Sentía, sí, un pleno disfrute, un pleno placer, la plena satisfacción de la realización. Estaba exultante, satisfecha, pero no excitada. No sé s
El comienzo
Apagué la luz cenital del dormitorio y, descalza sobre la alfombra, caminé en silencio hasta la cama matrimonial. Mauro, mi hijo adolescente, ya se había acomodado en el lugar que dos años atrás había dejado el padre. Abrí el cobertor, corrí la sábana, y me acosté a su lado. El silencio era mágico. No me salía decir nada, y creo que en definitiva nada había para decir. Apagué la luz de mi velador y le pedí que hiciera lo mismo. De repente, quedamos rodeados de oscuridad, bañados ape...