Diego y su adorada hermanita
No pudo apartar la vista de tan maravilloso y deseable cuerpo, como tampoco logró impedir la tremenda erección que hacía crecer su pene en forma desmesurada; para colmo, ella comenzó a acariciarse los pechos y pellizcarse suavemente los pezones que se erguían bajo las caricias de sus dedos.
Vivían en las afueras de la ciudad en un chalet con jardín, cochera y piscina en la parte trasera, rodeado de setos verdes que lo protegían de las miradas indiscretas.
En la planta alta estaba el dormitorio de los padres con su baño en suite; había además una habitación para huéspedes y otro baño. En la planta baja, el living, el comedor, la cocina, la habitación de su hermana Diana y dos baños, razón por la cual utilizaban uno cada uno a fin de no incomodarse mutuamente.
En los últimos cuatro a...