El juego de las cosquillas

Una deliciosa sesión de cosquillas con el amigo de mi novio.

Era domingo y veíamos televisión en la noche, el estaba sentado y yo recostada en el sillón con la cabeza en su regazo. Masajeaba mis senos con su mano y en los comerciales yo chupaba la punta de su pene que se asomaba por el cierre de su pantalón. De haber seguido así, hubiera terminado ensartándome en su mástil, pero tocaron a la puerta y mi novio se levantó para abrir.

Pude escuchar la voz de uno de sus amigos cuando abrió la puerta y pensé que por ese día me quedaba con las ganas pues lo inv...

Por un Partido de Fútbol

Mi novio disfrutando de su juego sin darse cuenta de lo bien que era atendida su mujercita.

No hace mucho tiempo que llegó a vivir al edificio en donde vivo una familia de tres. Un matrimonio y su hijo, un chico de 25 años al que llamaré Esteban para no revelar su nombre.

Cuando me enteré que tenía nuevos vecinos, decidí darles la bienvenida, y pensé que hornearles un rico pastel sería un buen detalle. Me presenté como su vecina de al lado y ellos amablemente me ofrecieron su casa. Les conté en qué trabajo, que vivo sola, y todo lo demás. Desde entonces trabé una buena amistad con Este...

Intercambio inesperado

Al escuchar una conversación telefónica surge la idea de probar nuevas experiencias.

La relación que llevo con mi novio siempre ha sido estable, pocas ocasiones peleamos, y cuando lo hacemos siempre nos reconciliamos en la cama. Nuestra vida sexual es bastante buena y nos gusta experimentar cosas nuevas. Cierta ocasión que fuí a casa de mi novio tuve la oportunidad de saber uno de sus secretos mejor guardados. Resulta que ese sábado habíamos ido muy temprano al gimnasio y regresamos cansados y sudorosos, nos duchamos por turnos, primero el y luego yo. Cuando salí del baño envuelta en...

En el subterraneo

Nunca imaginé la agradable sorpresa que me esperaba aquel día al salir del trabajo.

Era viernes y salí de trabajar un poco más tarde de lo normal.

Al salir del edificio miré mi reloj y leí las siete y quince.

El metro seguramente estaba a reventar y se iría parando mucho.

Por eso siempre procuro salir a mi hora, para no tener que lidiar con las horas pico. Pero ese viernes tuve que dejar muchas cosas en orden y el tiempo se había ido volando.

Ya comenzaba a oscurecer y caminé sin mucho afán por la avenida que me lleva a la entrada del metro; las escaleras se me...