5 Horas de diferencia 4
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Despertarme con ella entre mis brazos me hizo sentirme la mujer más afortunada del mundo. Tan quieta, tan dormida, con la respiración relajada que infunde el sueño. Me quedé por largo rato mirándola, preguntándome porque me tenía que estar enamorando de alguien que tenía mi misma sangre. Estaba en la cama con un ángel y tenía el infierno en la cabeza, seguro que esto no se iba a pintar de color de rosa como los putos cuentos…
Me levanté sin hacer ruido, a regañadientes, porque se estaba tan caletita...