De la obsesión de los hombres por las posaderas.
Que obsesión nos persigue a ciertos hombres ese lugar, ese túnel sin salida, ese que si te dejan sumergirte en él, te lleva directo hacia el cielo. Desde luego, yo sí tenía ofuscación con un ojete en concreto.
De la obsesión de los hombres por las posaderas.
Y con posaderas no me refiero a las hermosas señoritas que trabajaban atendiendo a viajeros desprovistos de cobijo y comida a cambio de dinero, sino de ese lugar en concreto que se sitúa entre los muslos y la terminación de la espalda. Es decir, el ano.
Que obsesión nos persigue a ciertos hombres ese lugar, ese túnel sin salida, ese que si te dejan sumergirte en él, te lleva directo hacia el cielo. Desde luego, yo sí tenía ofuscación con un ojete...