El tatuador
Fui a hacerme un tatuaje y salí llena de leche
Siempre me han gustado los tatuaje, más allá del significado, me parecen una invitación a tocar la piel. La curiosidad por saber si más que el color hay texturas o algo que sobresalga, despierta en quien los ve el deseo de querer sentirlos.
Desde mi adolescencia tuve bien claro que a la primera oportunidad me tatuaría una bella y hermosa rosa, la flor del deseo. Apenas cumplí los 18 años, entre las múltiples fiestas y ocasiones para celebrar, tomé la decisión de agendar una cita con el tatuador.
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