A la luz de la ventana
Estaba completamente empalmado, categoría imperial con brillo. De hecho mi glande brillaba orgulloso bajo la luz de la ventana mientras con mi mano agarraba mi polla por la base asegurándome de que mi hermana viese perfectamente la herramienta que calzaba.
Entró en la habitación, cerró despacio la puerta y se metió en la cama de al lado sin encender la luz. No hizo ningún ruido al deslizarse entre las sábanas y rápidamente se acurrucó dándome la espalda. La escasa luz proveniente de la ventana hacía brillar su pelo negro sobre la almohada.
Yo fingía dormir plácidamente mirando hacia su lado, aprovechando que al tener la ventana a mi espalda no se me veía apenas la cara. Hacía diez minutos que había llegado nuestra madre con su amiga. O eso decía ella, p...