Antojo cumplido.
Una amiga me contó la experiencia del sexo oral con su novio, la verdad es que me antojo mucho...
Ahí estaba yo, en cuclillas, con la blusa desabotonada y las tetas de fuera, grandes y redondas, ofreciéndose. Mi boca, ocupada en lamer y lamer hambrienta de leche; era un falo divino, grande, grueso, bordado de venas exaltadas de excitación, yo seguía, paseando mi lengua de la base del pene al glande, allí me detenía y poniendo especial atención, succionadaba lentamente y escupia para luego metermelo todo a la boca y comenzar un viene y va, hasta topar a mi garganta y arquear de tenerlo tan dentro, lleno...