Belén, una preciosa adolescente con un cuerpo perfectamente formado que daba la apariencia de tener más edad, entró lentamente con un gesto de fastidio en el rostro. El negro y brillante cabello le caía hasta la espalda en una lacia cascada que enmarcaba su tez apiñonada; grandes ojos azules contrastaban con el color de su piel y sus carnosos labios completaban la perfección de su rostro.

Pero no sólo el rostro era perfecto, su cuerpo, aunque delgado, mostraba la generosidad que la naturaleza le había...