Reloj de Arena
Como estando en un hotel a solas con aquella mujer que me encantaba, un pequeño reloj de arena me dio algo de tiempo para besarla. Un tiempo que con un poco de picardía conseguí extender para que los dos pudiéramos dejarnos llevar por nuestros deseos.
El Reloj de Arena
El trabajo, la casa y otras muchas preocupaciones diarias la tenían un poco agotada, pero aun así accedió a pasar la tarde conmigo. Quería que se relajara y se olvidara un poco de todo, así que la invité a tumbarse sobre la cama para descansar mientras hablábamos de nuestras vidas.
Estábamos solos en una habitación de hotel bastante acogedora. Acostados sobre una cama grande y confortable. Ella tumbada, me miraba mientras me contaba como le iban las cosas. Yo la escuchaba...