Génesis II
Aquel viaje entre primos derivó en rito inicial.
Los primeros días transcurrieron sin novedad en aquel verano. Juegos, risas, convivencia. Lo normal. Sin embargo yo no podía dejar de pensar en el primer encuentro con el placer por los pies. Tras haber conocido aquel disfrute y una vez despierto el morbo, me la pasaba mirando los pies de Aurelio y los de mi hermano y disfrutaba comparándolos; cuál tenía más pelos, a quién se le marcaban más las venas. Y junto con el interés por aquella parte del cuerpo vino el despertar por todo lo demás: comencé a fijarme...