¡No me hagas reír, Bonifacio!
Una forma como cualquier otra de escoger el mejor pepino de la frutería.
Estaba un día de estos viendo la tele bueno, más que ver la oía; porque, ocupada como estaba en comerle la polla a Fernando, no la cambio yo por la caja tonta.
Mientras él recuperaba el resuello -derrumbado en el sofá-, y yo buscaba un pañuelo de papel para deshacerme del regalito que me había dejado en la boca lo siento, pero por muy de moda que esté que se lo trague otra-, en la tele daban un numerito de hipnosis. Un fulano, con pinta de profeta bíblico; es decir, con barba de chivo y unos oj...