El amo

Las manos enguantadas del AMO acariciaban mi culo, entreabrieron mis nalgas y, de golpe, sentí cómo su lengua viciosa husmeaba en mi cálido ojete, metiéndose cada vez más adentro.

Hacia un buen rato que esperaba en el andén de la estación.

El tren, como habitualmente, parecía llevar retraso.

Iba a perder toda una mañana en la ciudad por una sola, pequeña y estupida gestión.

Ya empezaba a impacientarme, cuando por megafonía anunciaron la entrada del tren en la estación.

En cuanto abrieron las puertas, subi rápido y busqué un asiento vacío.

Me acerqué, distraído y me senté.

Solo cuando el tren arrancó, me di cuenta de que, al otro lado del pasillo, s...

Gañanes y policias

Los cuatro mozos restantes, de pié a su alrededor, se pajeaban al unísono, mientras alargaban sus manos libres hacia Ramiro para trabajarle los duros pezones, acariciar su cuerpo, o introducir sus dedos en la ansiosa boca del policía mientras sus lenguas, llenas de lujuria y de deseo, relamían sus labios húmedos de saliva

La feria de ganado anual estaba en todo su apogeo. Eran las doce del mediodía, el sol caía de lleno sobre las calles y plazas de Molinos. Una multitud de visitantes invadía toda la feria, se dispersaba por las diversas zonas del extrarradio de la ciudad y llenaba a rebosar las calles y plazas donde estaban instalados los tenderetes de quesos, embutidos artesanales, miel y arropes, condimentos de cocina, hierbas aromáticas y medicinales… Los diversos artesanos, se distribuían por las calles cercanas a la Pla...

Viaje nocturno en tren

Dejo tu culo y me pongo de pie a su lado. Sus labios y su lengua saben besar ¡y mucho! provocándome un deseo salvaje, y me abandono a él. Nos morreamos ansiosamente mientras tu mamas su polla, saboreando su glande grande y oscuro. Su mano busca mi polla y me la agarra; empieza a magréarmela, a tirar de ella. Me aprieta los cojones hasta hacerme daño, pero vuelve a mi polla e inicia lentamente una paja que me mata de gusto.

El último tren suburbano del día apura los últimos kilómetros en la oscuridad de la noche. Es ya muy tarde. El vagón está casi vacío. Ocho o nueve personas que regresan cansados, en silencio y sin verse siquiera, a sus hogares en las vecinas poblaciones.

Entro en el vagón y miro a derecha e izquierda, buscando el asiento en el que pasar, cabeceando de sueño, los próximos treinta minutos.

Te veo sentado, al fondo del vagón, abstraído, serio, con la mirada perdida y todo el cansancio y el sueño se...

La mercancia iii

Luis se va arrodillando frente a Ramón, su lengua dibuja un camino de saliva en su pecho, se entretiene mordisqueando sus oscuros y tiesos pezones y prosigue hacia el duro y musculado abdomen. Llega a su polla, otra vez tiesa y dura y la obsequia con una fugaz mamada. No quiere perder más tiempo en sentirla dentro de su ojete. Se tumba en una pequeña cama de cuero negro en un rincón de la caja y levantando sus piernas, ofrece su excitado y tembloroso agujero al poderoso ariete de su recién descubierto Amo.

La mañana siguiente se deslizaba extrañamente tranquila y aburrida. Paco, que no cesaba de mirar de reojo el reloj de pared, había hecho todo su trabajo sin problemas ni interrupciones.

Ningún correo extraño la había confirmado o anulado la cita en el almacén y Paco empezaba a pensar si no le habrían tomado el pelo.

Por la mañana se había duchado y lavado a conciencia. Una buena lavativa y el ojete bien untado de crema lo habían dejado preparado. Como medida adicional, se había metido en su ojet...

La mercancia i

Al acabar el último espasmo, el tío sacó su polla pringosa de lefa y obligó a su puta perra a que lamiese y limpiase hasta la última gota de su esperma, cosa que Francisco hizo encantado y a la perfección, repasando con su lengua aquel glorioso mástil coronado por el rojo capullo.

La mañana había sido pesada. El trabajo, el calor y el mal ambiente que se respiraba en la planta, tenían a Francisco de un permanente mal humor.

El sudor resbalaba por su espalda, empapando la chaqueta de trabajo e introduciéndose en la raja de su culo. Se sentía pegajoso, cansado y con ganas de acabar y largarse a casa.

Soñaba en llegar, desnudarse de prisa y corriendo por el pasillo y meterse rápidamente en la ducha.

Y una vez bajo el agua, regodearse en la frescura de la ducha, acarici...

La mercancia ii

Sudando y jadeante, Luis estaba llegando al clímax. Sus jadeos se fueron haciendo más sordos y seguidos. El movimiento de sus caderas se aceleró y en unos momentos, con un aullido apenas apagado, su polla empezó a soltar los chorros espasmódicos de lefa que Paco recibía extasiado en su culo.

“AVISO DE RECEPCIÓN DE MERCANCIA, MAÑANA,  26 JUNIO 2010, HORA: 14’20- Rogamos prioridad en la descarga”

Este mensaje, aparecido en el correo de Paco, entre varios otros comunicados, normas, avisos oficiales y correos varios,  lo dejó perplejo por unos instantes.

No era habitual que las descargas de mercancías en el Hospital se le avisaran de esta manera. Ni siquiera que se advirtiesen con anticipación.

La intriga le duró pocos minutos. Al abrir uno de los últimos correos, encontró la resp...

Las botas del guardia civil

Tomo entre sus manos la más usada, brillante de betún, y la acercó a su cara, mientras las aletas de su nariz se dilataban por la excitación que le producía el olor a cuero, betún y sudor. Sentado en el suelo, apoyó su espalda en la pared y metió su cara en la embocadura de la bota.

Cuando abrió la puerta del apartamento, Alberto ya sabia que Ángel, su compañero de piso, no estaba. Aquel día libraba y no volvería hasta muy tarde.  El trabajo en la oficina lo había dejado muy cansado, pero eso le importaba poco ante la perspectiva de poder estar solo en su casa durante unas horas.

Había estado deseando este momento durante toda la semana. Cada vez que se cruzaba por los pasillos con Ángel, cuando este llegaba de la calle, caminando tan seguro en sus altas botas brillantes, con sus...

Dos amos y un esclavo

David acercó su mano a la pierna del AMO para acariciar los pantalones de piel negra, mientras su cuerpo se iba inclinando hacia las botas de montar, cuya piel brillante parecía hipnotizarlo.

David bajó del tren en medio de una estación abarrotada. Como siempre, el tren había llegado con retraso. No veía la hora de encontrarse con el AMO que le había citado dentro de un cuarto de hora para hacerle pasar una buena sesión de piel, humillación y vicio.

No quería llegar con retraso aunque sabia que eso le equivaldría a una ración extra de azotes con la fusta, que su AMO, con toda seguridad le proporcionaría.

Se dirigía hacia la salida, golpeándose con la gente que corría hacia el anden c...

Las botas del guardia civil 2

El cartero, estaba ahora descalzando a Alberto de las botas que llevaba puestas. Las mismas botas, que la noche pasada, Ángel había lamido, acariciado, limpiado con su saliva y con su lefa y que eran la admiración de todo el Cuartelillo.

Acodado a la ventana, con los ojos cerrados, Ángel recibía en su cara los tibios rayos de aquel sol de otoño. Se había despertado cuando Alberto, su pareja y amo, se había levantado temprano, para ir al trabajo.

Con los ojos entreabiertos lo había visto pasear desnudo por la habitación, salir al baño y regresar con su magnifico cuerpo de macho, cubierto aún de gotas de agua que se deslizaban entre el vello oscuro que cubría su pecho y sus piernas.

Le observó mientras se vestía los ceñidos boxers...