Las confesiones de Marta (13)

Marco descansaba, exhausto y desnudo, después de haberse limpiado en el baño su propio semen, mientras yo, ansiosa y caliente, le agasajaba con caricias en cabeza.

Marco descansaba, exhausto y desnudo, después de haberse limpiado en el baño su propio semen, mientras yo, ansiosa y caliente, le agasajaba con caricias en cabeza. “Marta, ha sido una de las tres mejores corridas de mi vida”, dijo. Aquello me hizo sentir orgullosa, muy orgullosa, solo de pensar en la cantidad de vaginas, anos, bocas, pechos o manos que aquel miembro habría penetrado. Ni siquiera me planteé cómo habían sido las otras dos. Aquel macho me confesaba que había entrado en su Olimpo particular, to...

Las confesiones de Marta (12)

“Hola Marta. Me gustaría invitarte esta noche a cenar, aquí en casa. ¿Podrías inventarte una excusa? Sobre las 21.00. No faltes. Un beso. Marco".

“Hola Marta. Me gustaría invitarte esta noche a cenar, aquí en casa. ¿Podrías inventarte una excusa? Sobre las 21.00. No faltes. Un beso.

Marco”.

Después de nuestra última tarde en su piso, de aquella en la que Marco y yo dejamos las cosas claras (más bien las dejó él y yo asentí, cual niña embobada), en la que definitivamente me entregué a él y al disfrute sexual, después de que me dijera que tenía unas increíbles ganas de que follarme la boca (no de que se la comiera no… de follarme la boca...

Las confesiones de Marta (11)

“¿Quieres que te emputezca? ¿Quieres que te emputezca? ¿Quieres que te emputezca?...” Aquella pregunta, y el sí con el que contesté a Marco, martilleaban mi cabeza los primeros días.

Gracias a todos los que os habéis interesado por mí. No han sido tiempos fáciles, pero prometí volver, y aquí estoy. Prosigo con mis confesiones. Un beso a todos,

Marta

“¿Quieres que te emputezca? ¿Quieres que te emputezca? ¿Quieres que te emputezca?...”

Aquella pregunta, y el sí con el que contesté a Marco, martilleaban mi cabeza los primeros días. Fue un momento de suma excitación, de entrega, de aceptación total y absoluta de aquella Marta sexualmente enferma a un muchacho que...

Las confesiones de Marta (10)

Aquel beso en el que traspasé a Marco parte de su propio semen, aquella comida de boca copiosa, espesa, caliente, aquellos mordiscos húmedos, blancos, aquella acción impensable en la Marta de siempre, supusieron atravesar definitivamente una puerta que ni en mis más oscuros deseos jamás hubiera podido pensar.

Antes de continuar con mi relato quisiera agradecer los innumerables correos (y agregados al msn) recibidos por múltiples lectores felicitándome (aparte de los que quieren quedar conmigo...). Siento haber tardado tanto en aportar la nueva entrega, pero problemas laborales (¿¿¿dónde está la crisis???), así como problemas físicos, me han obligado a distanciarla en el tiempo. Pero, como dijo McArthur, volveré. Y vuelvo. Más cargada que nunca, aunque después de este relato me tome un respiro navideño para...

Las confesiones de Marta (9)

Mi teléfono móvil comenzó a sonar dentro del bolso, que dejé encima del sofá. Arrodillada ante Marco, con su mástil dentro de mi boca, con dos orgasmos tremendos en mi cuerpo, con aquel pene increíble latiendo, sintiendo su bombeo de sangre en mi paladar, miré a los ojos de mi amante, que a su vez se dirigían a mi bolso.

Mi teléfono móvil comenzó a sonar dentro del bolso, que dejé encima del sofá. Arrodillada ante Marco, con su mástil dentro de mi boca, con dos orgasmos tremendos en mi cuerpo, con aquel pene increíble latiendo, sintiendo su bombeo de sangre en mi paladar, miré a los ojos de mi amante, que a su vez se dirigían a mi bolso. Lo tomó y me lo dio. Saqué su miembro de mi boca y, sin dejar de agarrar su falo, rebusqué hasta buscar el aparato… telefónico. Era Enrique. La vergüenza y el morbo aparecieron por ig...

Las confesiones de Marta (8)

Ensimismada en mis pensamientos, la voz de Marco me despertó y me devolvió al hecho real de las cosas. Me había desplazado hasta la casa de un veinteañero, al que sólo conocía de chatear y de un café, y de verle su extraordinario miembro. Me iba a invitar a un café. Estaba dispuesta a todo. Y me encontrada exageradamente caliente.

Ensimismada en mis pensamientos, la voz de Marco me despertó y me devolvió al hecho real de las cosas. Me había desplazado hasta la casa de un veinteañero, al que sólo conocía de chatear y de un café, y de verle su extraordinario miembro. Me iba a invitar a un café. Y estaba dispuesta a todo. Y me encontrada exageradamente caliente.

-¡Marta, princesa, ayúdame por favor! Me he sobreestimado –dijo Marco

Ya no había vuelta atrás. Permanecería allí. Es destino, o nosotros, marcaríamos el resto...

Las confesiones de Marta (7)

A pesar de todo lo vivido por la noche, de darle rienda suelta a todo mi lado irracional, a pesar de aquella locura, a pesar de haberme entregado parcialmente, y de forma tan cachonda, a aquel vecino adolescente, a pesar de haberme convencido de que aquello era una cuesta abajo que cada vez iba a más, conseguí dormir de un tirón. Afortunadamente, porque el martes sería aún más duro en el trabajo, tras dedicarme el lunes prácticamente a acoplarme al regreso. Me duché de nuevo al levantarme, me vestí con un traje de chaqueta rosa, fresquito, una blusa escotada blanca, y me dirigí al despacho.

A pesar de todo lo vivido por la noche, de darle rienda suelta a todo mi lado irracional, a pesar de aquella locura, a pesar de haberme entregado parcialmente, y de forma tan cachonda, a aquel vecino adolescente, a pesar de haberme convencido de que aquello era una cuesta abajo que cada vez iba a más, conseguí dormir de un tirón. Afortunadamente, porque el martes sería aún más duro en el trabajo, tras dedicarme el lunes prácticamente a acoplarme al regreso. Me duché de nuevo al levantarme, me vestí co...

Las confesiones de Marta (6)

El regreso al trabajo aquella mañana había provocado que, en parte, volviera a la realidad. El olor a tinta de impresora al entrar en el buffete, la forma del tirador de la puerta del despacho, el sillón de mi escritorio, el tacto del ratón, la visión del orden del día

El regreso al trabajo aquella mañana había provocado que, en parte, volviera a la realidad. El olor a tinta de impresora al entrar en el buffete, la forma del tirador de la puerta del despacho, el sillón de mi escritorio, el tacto del ratón, la visión del orden del día… El regreso a esta rutina me llevó a cuatro semanas antes de aquel día, cuando entonces ni existía en mi mente ni Marco, ni grandes miembros, ni derrames de semen, ni deseo oculto, ni masturbaciones enfermizas, ni visiones de a maduras...

Las confesiones de Marta (5)

Rechazada, sola y decepcionada. Así me sentía después de que Marco, aquel joven que insistió como un bellaco en obtener una cita conmigo, desapareciera igual que hizo acto de presencia: de forma sorprendente y atractiva.

Rechazada, sola y decepcionada. Así me sentía después de que Marco, aquel joven que insistió como un bellaco en obtener una cita conmigo, desapareciera igual que hizo acto de presencia: de forma sorprendente y atractiva. Su apatía, o al menos es el sentimiento que yo tenía (quizás llevé a la cita demasiadas expectativas, o demasiada excitación), me hundió hasta el punto de confundirme, de cuestionarme como mujer, como hembra, y como persona. "No seas tonta. ¿Qué esperabas? Es más. ¿Qué hacías allí, co...

Las confesiones de Marta (4)

Encontré rápidamente el lugar y, afortunadamente, no tuve problemas para aparcar el coche. Sí los tuve para llegar a pie a la cafetería, pues había varias obras en la calle y la mayoría de los obreros, fuera cual fuera su edad, casi abuelos o adolescentes palilleros, me dedicaban alguna perla verbal.

Encontré rápidamente el lugar y, afortunadamente, no tuve problemas para aparcar el coche. Sí los tuve para llegar a pie a la cafetería, pues había varias obras en la calle y la mayoría de los obreros, fuera cual fuera su edad, casi abuelos o adolescentes palilleros, me dedicaban alguna perla verbal. Aunque estaba segura que si yo o cualquier mujer le plantara los cojones allí mismo, si le dijeran, ‘venga, chulo, fóllame, ¿no quieres follarme? ¿no me vas a echar tres seguidos?’, se cagarían por las pa...