El marido de Carmen

Mientras me cogía recordaba a Carmen, su esposa y también a mi esposo y el éxtasis se elevaba hasta la estratósfera, no podía contenerme, gemía, bramaba, rugía descontrolada, entregándome por completo a ese hombre que supuestamente había abusado de mi confianza para acostarse conmigo...

El otro día escribiéndome con uno de mis lectores, él me preguntaba en que había quedado aquello de cogerme a los maridos de mis amigas. Le respondí que eso había sido por una especie de desafío que había planteado una tal “Puta Anónima”, pero como no volvió a escribir el asunto quedó ahí.

Aun así él me insistió para que siguiera con ese tema, ya que al parecer le excitaba imaginarme en tales situaciones y fue así que me acordé de Carmen, una amiga de hace tiempo, cuyo marido me había tirado onda en u...

El marido de Leticia

Me escribió una tal “Puta Anónima” que decía que ella se había acostado con cuatro novios de diferentes amigas. El desafío quedó planteado para ver a cuantos podía llegar yo. A partir de ahí dejé de ver a los novios o maridos de mis distintas amigas como tales. Me ayudarían a superar a mi rival...

Luego de haber publicado mi experiencia con el novio de una amiga, en uno de los mails que recibí me escribió una tal “Puta Anónima” que decía que ella se había acostado con cuatro novios de diferentes amigas. Desde ese momento quedó planteada una especie de desafío para ver a cuantos podía llegar yo. Obvio que a partir de ahí dejé de ver a los novios o maridos de mis distintas amigas como tales, ahora eran mis potenciales amantes, los que podrían ayudarme a superar mi rival.

Leticia es una ex compañe...

Luna de miel

-¡Si… le voy a poner los cuernos con vos… lo voy a hacer bien cornudo… después de hoy no va a poder pasar ni por la puerta de los cuernos bien grandes que va a tener!- le digo buscando ansiosa su boca, a la vez que con una mano le froto la carpa que ya se le formó por debajo del short de baño.

Cuando conocí a mi marido fue amor a primera vista. Desde ese mismo instante en que estrechó mi mano y me saludó con un simple hola, supe que él era el hombre con quien deseaba pasar el resto de mi vida.

Nos presentó una amiga en común en una fiesta de cumpleaños. Pasamos el resto de la noche juntos, charlando y probando distintos tragos que un barman especialmente invitado para la ocasión nos iba preparando.

Yo acababa de romper con una relación anterior que había resultado bastante traumática...

El novio de mi amiga

Mi amiga ya me lo había advertido, aunque sin imaginarse nunca que llegaría a probarlo en carne propia. Que era un amante de primera, un auténtico semental, y si he de decir la verdad, confieso que cuándo me lo presentó, me sentí atraída hacia él en una forma por demás irresistible...

Antes que nada me gustaría aclarar que nunca fui una “quita novio”, como se conoce comúnmente a las mujeres que se meten con los novios de sus amigas, y eso que en más de una oportunidad alguno trató de levantarme, aunque en esta oportunidad fui yo la que lo avanzó y tampoco es que se lo saqué, tan solo me eché un polvo con él, o, mejor dicho, unos cuántos, ya que lo que me hizo vivir Wilmar, que así se llama, aquella tarde en el hotel fue algo por demás apoteósico y es-pec-ta-cu-lar.  Me quede prácticament...

Enrique, el policía

Lamentablemente vivimos en una sociedad sumamente hipócrita, razón por la cuál debo escudarme en el anonimato para poder expresarme. Nada me gustaría más que gritar a los cuatro vientos que soy puta y me gusta serlo, que nací siendo puta y moriré siendolo, que no se elige ser puta. Puta se nace...

Cuatro y media de la tarde. Como siempre salgo del trabajo y me preparo para ir a la facultad. Pero… ¡estoy caliente! Me siento ansiosa, excitada. Tengo ganas de coger. Quiero que me garchen.  Lo necesito con desesperación. Y ya saben que cuándo me pongo así no hay nada que me detenga, soy capaz de agarrar al primero que se me cruce y de cogérmelo hasta dejarlo sin una sola gota de leche. Normalmente soy una chica común y corriente, como cualquier otra, algo tímida quizás, no crean que siempre soy así, pero...

Tío Carlos

Disponíamos de poco tiempo, por lo que enseguida se bajó el pantalón, el bóxer y pelando una erección de supremas proporciones, se acomodó encima de mí, metiéndomela pedazo por pedazo, certeramente, desgarrándome poco a poco, transformándome, con apenas un envión, en toda una mujer.

Uno de los recuerdos más gratos de mi adolescencia se refiere a las visitas que solíamos hacerles a mis tíos Carlos y Edith los sábados por la tarde. Aunque en ese entonces yo ya era adolescente, no evidenciaba, todavía, la rebeldía típica de toda chica de esa edad. Aún era algo cándida e inocente en algunos aspectos, sobre todo en lo que involucraba a la sexualidad, y, aunque ya había comenzado a picarme en esa zona, me consideraba una absoluta neófita en el tema.

Para colmo, mi mamá, que estaba chap...