Doña Cachonda Cap. 3

Dolores Fonseca, doña Lola, genera reacciones en aquellos que permanecen cerca de ella, y también toma lo que le place, gozando las oportunidades menos previstas, impredecibles, pero que le resultan sumamente exitantes... Por su parte, El Zarco también se entrega a placeres que va descubriendo...

Capítulo III

El que también sufría de efectos similares... era El Zarco. También pensaba constantemente en doña Lola, como extrañándola, añorándola, sobre todo si pasaban varios meses sin encontrarse para desfogar los calores, pues ella, en su plan de diva del barrio, se hacía del rogar muchas veces como infligiéndole castigo. El Zarco también se excitaba recordando a doña Lola, y cuando estaba solo en el vacío de un hotel en medio de un viaje largo a la frontera con su tráiler de carga, terminaba...

Doña Cachonda. Cap.2.

Doña Lola continúa gozando de los placeres que brinda la vida a manera de sucesos eventuales de contenido erótico y sexual, generando una serie de situaciones a su entorno por su sola personalidad, cual si quien estuviese a su lado se mimetizara con su esencia cachonda...

Capítulo II

El chaval aquel seguía inquietando a doña Lola, ése que laboraba de ayudante general en la abarrotera luego de haber desertado de la preparatoria antes sus malas notas y que optó por buscar un ingreso de dinero mientras concluía sus estudios mediante el sistema abierto. Le gustaba mucho a doña Lola, le apetecía, se le antojaba bastante. Guapo, alto, esbelto, un tanto atlético debido a que practicaba deporte, de buen porte, que acostumbraba usar jeans muy ajustados que delineaban su var...

Doña Cachonda.

Una mujer que se va convenciendo que está en el mundo para disfrutar, para gozar y para brindar placeres por añadidura. Una madura atractiva que se desinhibe y se arrebata a los impulsos, que se abandona a experimentar situaciones cachondas, eróticas y sexuales de la vida cotidiana.

Capítulo I

A doña Lola le gustaba dormir en ropas ligeras y cortas, se ponía un short deportivo de algodón que apenas si le llegaba a los muslos y que se le corría con los movimientos, y una camiseta desgastada o alguna blusa con la que casi se le transparentaban las tetas, además de que se le marcaban los pezones. Era una señora sabrosa y cachonda, voluptuosa, pícara, ganosa, ¡una hembra! Era sabedora de lo que tenía y por eso tenía muchísima autoconfianza, era hasta un poco ególatra. Medía como...