La cocina de Alan

Alan observó cómo su amigo me poseía en su cocina.

Los besos que le daba a Marco en esa obscura cocina eran para incitarlo a hacer más.

Sometido contra la pared, desabroche con ansiedad su cinturón y enseguida el botón del pantalón para tomar en mis manos la deliciosa tranca que palpitaba estrepitosa y que se bañaba ya de ese líquido que prepararía cualquier ambiente para ser engullido.

Dejando las piernas extendidas me agache para llevarlo a mi boca.

La saliva revuelta en su fluido resbalaba fuera de la comisura de mis labios.

...

Puerto Escondido

Mi nuevo amor: Deleite de la humedad de la playa y su lengua entre mis nalgas.

Mis rodillas se hundían en la arena.

Mi pecho se hunda en la arena.

Me abrazaba de los tobillos de Christian a la altura de mis hombros.

No podía levantar más mi cadera; no podía ofrecérsela más.

Sus manos se posaban en mis nalgas: Las abría con ansiedad, como si quisiera entrar por completo en mi cuerpo.

Sus testículos como dos pesadas esferas de acero golpeaban mi hinchado clítoris. La humedad de nuestro sexo salpicaba a cada golpe, cada vez más, creciente como la locura anim...

Orizaba

El marido de mi amiga me hace su Diosa y me comparte con dos amigos suyos.

Orizaba

Las manos de Gustavo sujetadas a mi cintura marcaban el ritmo, mis brazos rodeaban su cuello y mi pecho caía sobre el suyo.

Sentado en una silla al centro de la gran habitación, mi cuerpo casi desnudo lo cabalgaba.

Sabíamos que Mauricio y David se masturbaban en el sillón al observar cómo los más de 20 centímetros de carne y venas de mi amante en turno se desvanecían lentamente en la humedad de mi vagina.

El subir y bajar sobre la empalmada delicia anunciaba que el orgasmo in...

Orizaba

El marido de mi amiga me hace su Diosa y me comparte con dos amigos suyos.

Orizaba

Las manos de Gustavo sujetadas a mi cintura marcaban el ritmo, mis brazos rodeaban su cuello y mi pecho caía sobre el suyo.

Sentado en una silla al centro de la gran habitación, mi cuerpo casi desnudo lo cabalgaba.

Sabíamos que Mauricio y David se masturbaban en el sillón al observar cómo los más de 20 centímetros de carne y venas de mi amante en turno se desvanecían lentamente en la humedad de mi vagina.

El subir y bajar sobre la empalmada delicia anunciaba que el org...

Zacatlán

Mi amante convocó a 4 hombres más para cumplir algunas fantasías que guardaba en el fondo de mis deseos. Fui su Diosa pero también fui su objeto: el equilibrio perfecto.

El lubricante caía lento, se escurría por mis muslos, combinado con la saliva y el semen que Ramón había dejado en mi, había sido una carga fuerte, un chorro de calor caliente que habitaba mi interior, que permanecía ahí, como una laguna en espera de ese otro hombre que se estaba convirtiendo en una bestia indomable para penetrar mi ano.

Se masturbaba con lentitud, parado en medio de la sala, su mano derecha se movía hacia arriba y hacia abajo de ese tesoro enorme que parecía de piedra, como esculpido...