Capricho en la Víbora

Me utilizas a tu antojo casi con descaro, sin dejar de calentarme con tu mirada te vas acomodando, capturas la mano que aún tengo libre y la llevas hasta el interior de tus muslos estremeciéndote confiada en alargar el instante hasta reducirte a cenizas

De pie en este pasillo de mínimo, donde ya no alcanzan más almas, voy de regreso de la pincha (alfinpalacasa!) ansioso de encontrarte en ese cuartito minúsculo con balcón, escasamente iluminada y cruzada en diagonal sobre el cálido colchón, cubierta tan solo por esa colchita de sudor que humedece tu piel, llevando sólo ese blummer brasilero que se esconde entre tus nalgas redondas como una invitación deliciosa

La parada de la Víbora, este barrio reptil donde vivimos me anuncia que caminando un...

Ilumina tu cara toda

Hace unas horas es nuevo día, aunque aún no amanece ni el sueño quiere hacerte visita. El calor que de costumbre es infernal, ahora está más concentrado y diabólico… te veo con las piernas semiabiertas y una mano bajo tu falda jugando a evocar el demonio del orgasmo

En la oscuridad de tu galaxia te he encontrado

Hace unas horas es nuevo día, aunque aún no amanece ni el sueño quiere hacerte visita. El calor que de costumbre es infernal, ahora está más concentrado y diabólico… te veo con las piernas semiabiertas y una mano bajo tu falda jugando a evocar el demonio del orgasmo

Tus dedos, lubricados de deseo, son diestros conocedores del arte de hacerte ir y venir. En cada suspiro te transportas a esa dimensión en que casualmente te estoy observando.

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