Manu

La chica, con una minúscula minifalda que apenas le tapaba lo imprescindible, se había puesto de rodillas sobre el sofá, a caballo encima de las piernas de su compañero, los besos eran largos y húmedos, profundos.

Conocí a Manu una noche en una discoteca atestada de gente, era un local al que yo acudía por primera vez, de esos en los que hay zonas oscuras reservadas para que las parejas urgidas por el prurito de la pasión tengan un poco de intimidad.

Como quien no quiere la cosa, me di una vuelta por aquel territorio donde grupos promiscuos o parejas amarteladas intercambiaban pasiones, salivas y otros fluidos. Favorecidos por la oscuridad, unos chavales de no más de dieciocho años, se daban el lote que e...

Sábado sabadete

Invitamos a Juan a pasar a la sala y allí se desprende de la chupa. Debo reconocer que es un pedazo de hombre, de esos que con su sola presencia alteran los instintos, los bajos, se entiende.

Marta y yo estamos aburridas, es sábado por la noche y fuera hace frío y llueve. No nos apetece salir y tampoco tenemos ganas de aburrirnos mirando la televisión. A Marta se le ocurre hacer algo diferente, especial y divertido, y se pone a consultar los anuncios de contactos del periódico local.

Me sorprende mucho su iniciativa, pues en el año que llevábamos juntas como compañeras de piso, nunca ha dado muestras de ser una mujer muy liberal que digamos, de hecho, yo la considero más bien chapada...

El lobo estepario

No sabías qué hacer ni cómo comportarte, no porque no desearas lo mismo que yo, sino porque te faltaba experiencia, y tu inseguridad manifiesta me excitaba todavía más si cabe.

Te conocí en la biblioteca, estabas sentado a mi lado, batallando con el ordenador, al cual intentabas arrancarle una información en vano. Me pediste que te ayudara a localizar un libro, la informática no era tu fuerte, y yo introduje los datos que me habías facilitado y obtuve el registro de las obras de Hermann Hesse. "El lobo estepario" estaba prestado hasta dentro de veinte días y eso te contrarió, el libro te urgía. Te dije que tenía un ejemplar en mi casa, que podía dejártelo mientras te hiciera...

Regalo de aniversario

El otro hombre pretende que me estire en el suelo, las baldosas de cerámica están frías, tan heladas o más que mi cuerpo tembloroso.

Ésta es una noche especial, Pablo me ha invitado a cenar en un restaurante de lujo, vamos a celebrar nuestro primer aniversario de bodas. Ha sido un año feliz, en el que poco a poco hemos ido materializando nuestros sueños y hemos diseñado un nuevo futuro para los dos. Después de esta romántica cena a la luz de las velas, acompañados en directo por música de violín, regresaremos a nuestro nido de amor para celebrar entre las sábanas el afecto y la pasión que nos unen.

Antes de marcharnos, mientr...

La daga

Estoy desnudo y ella hace que me tienda en el lecho, extiende mis brazos en cruz y me engrilleta a los travesaños de la cama con unas esposas que portaba en su bolso.

Acabo de consultar disimuladamente el reloj, he estirado el brazo para coger el bolígrafo que tengo delante y he comprobado con horror que son casi las diez de la noche. Llevo desde las cuatro de la tarde reunido en la sala de sesiones de mi empresa, junto con otras quince personas, estudiamos un plan de viabilidad que salve a la compañía de la crisis que amenaza con arruinarla. Por turno, hemos expuesto nuestras conclusiones tras los análisis pormenorizados de la gestión de cada departamento, ha habi...

Lilizbet

Aquella noche soñé despierto con Lilizbet, debe tener unos dieciocho años y es la criada, me repetía en un intento por demostrarme a mí mismo lo improcedente de aquel repentino prurito.

Aquél era mi último año de carrera y había suspendido dos asignaturas. Mis padres, que siempre se habían sentido orgullosos de su unigénito, empezaban a desesperarse por mi único gran fallo: no haber concluido los estudios con matricula de honor y siendo el número uno de mi promoción, así que cancelaron mis vacaciones y me obligaron a quedarme en casa para recuperar las asignaturas pendientes mientras ellos recorrían los Estados Unidos.

Lo último que me apetecía era estudiar. El verano es momento...

Sesión doble

Recordando la armonía de aquella figura, los perfectos pechos siliconados, los cabellos dorados y luminosos, la seductora sonrisa carmesí de la actriz, me fui al lecho conyugal donde dormía Alicia...

Eran cerca de las tres de la madrugada, el the end acostumbrado anunciaba el final de la película subida de tono, por no decir abiertamente pornográfica, que estaba viendo en la televisión. La protagonista, una mujer despampanante, de esas que arrebatan los sentidos con su sensualidad refinada y exquisita, mi prototipo ideal de diosa del amor, se había paseado por la pantalla ligera de ropa, en cueros, imponente, y el actor principal, aunque en el cine todo sea ficticio, se la había beneficiado co...

Un mal día

Allí estaba Rosa, con la blusa medio desabrochada, mostrando un sujetador rojo de encaje que yo no conocía, y allí estaba un tío cachas, desnudo y bien equipado, apretándola por la cintura...

Llegué a casa con el estómago revuelto, había vomitado en el trabajo varias veces y mi jefe, en un inusual arranque de compasión magnámina y ante mi descompuesto semblante, me recomendó que me metiese en la cama hasta que se me pasara.

Al abrir la puerta del piso, sonaba una melodía que no figura entre el variado repertorio de mi discoteca y supuse que Rosa estaría escuchando la radio. Encima del sofá de la sala se encontraba tirado un abrigo azul, de corte clásico, y sobre la mesa auxiliar desc...