Gris no tan gris
Sus días y sus noches dejaron de ser grises. Aquella noche fue eterno para ellos, entregados el uno al otro, estremecidos de goce, se amaron sin parar.
Nuevamente gris. Otro día agotador de trabajo había concluido y esa sensación omnipresente de ser un número en un montón se había apoderado de él. Tenía la impresión de haberse transformado a lo largo de la jornada en uno de esos personajes de caricatura. Agobiado, a medio deshacer, descolorido. Y ese dolor de cabeza que pulsaba detrás de su ojo izquierdo, amenazando nuevamente con una migraña destructora. Tenía que empezar a ir al gimnasio para descargar tensiones, el médico se lo había dicho. Pero...