Memorias de Zolst - 4 - La esclava pelirroja.
Donde nuestro historiador habla largo y tendido con una esclava de la casa del placer que le describe su vida diaria.
El reservado donde podría realizar la entrevista, tal y como me había indicado el doctor Bogan, era en efecto discreto. Pequeño, incómodo, de una austeridad preocupante (dos sillas y un cajón que haría las veces de mesa iluminados por un tembloroso candil de aceite) y como todo el recinto, más que fresco para mis gustos. Mi primera impresión era que allá era donde se juntaban los celadores en sus ratos libres para echar un trago, o bien para usar una esclava recién salida del baño y antes de acostarlas. Qui...