Mentiras obscenas (8)

Capítulo 8.

Tenía mucho interés en conseguir follarme a Noelia y de repente aquella mañana tenía la cabeza obsesionada con Mónica. A veces me ocurría. No conseguía pensar con claridad y la excitación de mis genitales no era intensa pero no desaparecía. Necesitaba distraerme de algún modo. Se hacía tarde ara llegar a la oficina pero llamé a Noelia para terminar nuestro juego telefónico. No respondía.

Salí a la calle, cogí el coche y me dirigí a la oficina entre resignado y pensando que haría cuando viera a S...

Mentiras obscenas (7)

Capítulo 7.

Era tarde y por el camino, de vuelta a mi apartamento, di una vuelta con el coche ya que me sentía bien y no tenía sueño. Una luna rojiza asomaba entre los edificios que eran sombreados por las farolas como grandes bloques. Detuve el coche, sin apagar e motor, delante de un bar que aún estaba abierto. No tenía pinta de haber mucha gente y las luces de neón verde que iluminaban la entrada me llamaban la atención. Nunca había estado en ese sitio y dudé unos instantes si entrar.

Mi mente se quedó e...

Mentiras obscenas (6)

Capítulo 6.

Todos se fueron y todo se había calmado en pocos minutos, pero yo seguía apoyado en la mesa con un pañuelo de papel. Silvia volvió a entrar, me cogió el pañuelo y se puso a curarme ella. Era tan maternal conmigo que a veces no me daba cuenta. Solo vi que estábamos solos y ella estaba muy cerca de mi. Puse mi cara más triste y me abracé a ella.

– "Esto me pasa por ser como siempre me reprochas ¿verdad?" – era una manera de darle la razón y la confianza.

No respondió. Mi mejilla rozó la suya...

Mentiras obscenas (5)

Capítulo 5.

Llegué a la oficina. Por un momento me sentí inquieto por lo que acababa de hacer, como si todos lo supieran, pero me calmé enseguida, al fin y al cabo ya no pasaba nada ni tenía porque pasar. Llegué a la puerta de mi despacho y extrañamente no estaba Silvia. Entré, me senté, miré el esquema que había dejado a medias y me quedé pensativo; pensativo de todo y de todas.

No sé cuanto tiempo pensé en nada, pero tres pequeños golpes con ritmo en la puerta me volvieron al mundo real. Era la característ...

Mentiras obscenas (4)

Capítulo 4.

Ocho menos cuarto de la mañana. Como es habitual en mi me levanto, hago unos pocos ejercicios matutinos hasta las ocho y media, para mantener a tono los músculos, tersos pero no abultados que tanto adoran las mujeres en mi; me doy una ducha fría, algunas cremitas para mantener la piel lisa y brillante; desayuno ligero y a las nueve o más llego a la oficina más activo.

El edificio donde trabajo siempre me ha fascinado, suelo detenerme a contemplarlo todas las mañanas durante un minuto antes de en...

Mentiras obscenas (3)

Capítulo 3.

Aunque era pleno mediodía y hacía calor, me puse el casco y bajé la visera por si me veían. Mi moto solo podría reconocerla la zorra de Sabrina, porque no la tenía más de un mes, el tiempo que hacía que no veía a hijo de puta de Marcos. Salieron por carretera hacía la zona de montaña y enseguida adiviné donde se dirigían. No había muchos coches así que les seguí a una distancia bastante alejada, casi les perdía, pero efectivamente iban a la casa de Campo que tenía Marcos a las afueras.

Durante t...

Mentiras obscenas (2)

Capítulo 2.

Bajé corriendo a la calle tan deprisa como pude, salí del portal, di la vuelta a la esquina con precaución y pude observar como en ese instante arrancaba el coche de aquella guarra que tanto deseaba yo. No tuve tiempo de pensar en que se me había escapado de nuevo, y reaccioné de forma impulsiva.

– "Perdone señora" – llamé a la mujer con la que había estado hablando ella. Se dio la vuelta y pude ver que no era tan mayor, 37, quizá 38 años; un rostro acusado por la edad, pero que se mantenía jove...

Mentiras obscenas

Capítulo 1.

Era un lugar exquisito, uno de esos restaurantes caros a los que solamente gente como yo o como Sabrina podemos permitirnos el lujo de ir. Estábamos en el segundo plato ya, y Sabrina no dejaba de hablar, como siempre, de su madre y de un montón de cosas que yo hacía rato que era incapaz de escuchar.

– "¿Llevas ropa interior?" – la interrumpí bruscamente, intentando que se percatara que me importaba poco lo que estaba contando.

– "Claro que no, amor, como me dijiste" – contestó con naturali...