Una despedida muy especial
Se apartó ligeramente para desabrocharse el pantalón y sacó su miembro, que tenía un tamaño imponente. Se me hizo la boca agua nada más verlo. No me dio tiempo a más. Simplemente, y de un solo embiste, la metió en mi mojadísimo coño. Tuve que ahogar el grito para no hacer saltar la alarma entre los dependientes. Comenzó a moverse con fuerza dentro de mí. Cada embiste era más fuerte que el anterior, mientras sus manos torturaban mis pechos y clavaba su mirada en mis ojos a través del espejo. Buena zorra, sí señor. Qué gusto me da tu coño - decía él, mientras me follaba.
Quedaban tan sólo tres semanas para la boda. Estaba nerviosa con todos los preparativos, y bastante insegura, respecto al paso que iba a dar.
Una amiga me llamó aquel sábado por la tarde y me invitó a salir a tomar una copa.
Debemos aprovechar el tiempo que nos queda- me dijo.
Cuando te cases ya no te voy a ver el pelo. Y me decidí.
Me preparé a conciencia para esa especie de despedida improvisada que se planteaba para aquel sábado de principios de junio. Me decidí por un vestido...