Diario de una esclava (3)
Un regalo inesperado.
Mientras mi amo se duchaba yo contemplé por enésima vez las prendas que él había tenido la bondad de regalarme. Eran bonitas, caras y sin duda, demasiado cortas como para taparme algo. Pero no me tocaba a mí decidir si me quedaban bien o no, simplemente debía ponérmelas para complacerle a él. Como siempre, deseché el sujetador a un lado de la cama, dado que una de las normas más estrictas de mi amo era que nunca llevase aquella prenda que según él mermaba la belleza de la mujer.
La camisa era má...